Los nuevos modelos low cost de la abogacía a examen

Cada vez son más los consumidores que se están animando a reclamar debido principalmente a un mensaje que está calando hondo: “las reclamaciones se ganan y no hace falta pagar al abogado por adelantado”.

Sin ninguna duda, el consumidor está despertando de su letargo y ahora mismo se siente empoderado y con ganas de hacer valer sus derechos, aunque, quizás, un poco abrumado por la oferta excesiva de despachos y plataformas que se comprometen a gestionar sus reclamaciones a cambio de un porcentaje de la indemnización que finalmente consigan.

 Estos despachos y plataformas se han especializado con gran éxito en determinados sectores como el de banca y viajes en los que están consiguiendo un 98% de sentencias favorables.

Si a esto le añadimos que sólo entre el 10% y 15% de los consumidores que tienen derecho a reclamar lo están haciendo, la conclusión evidente es que las reclamaciones en el ámbito de consumo son muy rentables y con largo recorrido.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. En un modelo de negocio basado en la repetición de casos similares y en definitiva en un equilibrio entre cantidad-precio, el entorno se está volviendo cada vez más tecnológico y exigente. Esto obliga a hacer las cosas muy bien, quienes no dispongan de la tecnología adecuada van a tener un futuro complicado.

Están siendo “víctimas” de la temida comoditizacion de los servicios legales a la que tanto han contribuido. Y esto, no lo digo como crítica o reproche, sino todo lo contrario. Fueron los primeros en darse cuenta que gran parte del trabajo no jurídico y jurídico se podía comodotizar y dar el primer paso, automatizando tareas similares y susceptibles de estandarizar.

Ser los primeros les permitió competir temporalmente en condiciones de monopolio, pero ya no están solos, muchos despachos y plataformas han empezado a seguirlos e imitarlos con la consiguiente erosión en los precios y la reducción de márgenes.

La cuestión es si estos pioneros han creado potentes barreras de entrada y si están lo suficientemente atrincherados como para hacer frente a la guerra de precios que se avecina y en la que sólo hay dos modos de ganar: reduciendo costes o diferenciándose.

En un principio, parecería que si, tienen información estrategia del mercado, un buen know how de los procesos, han tenido tiempo de reinvertir en i+d y han conseguido crear una marca reconocible en el mercado a través de fuentes inversiones publicitarias.

 

Sin embargo, ciertos datos parecen desmentirlo. Por un lado, en cuanto a la reducción de costes, la inversión en tecnología no parece haber sido suficiente como lo demuestra el hecho de que siguen sin dar respuesta a nichos de mercado todavía sin explotar como son las reclamaciones masivas de pequeña cuantía en sectores como las telecomunicaciones o las reclamaciones de comisiones bancarias.

En cuanto a la diferenciación, tampoco parecen haber entendido que en un sector donde los clientes piensa que la reclamación está “casi” ganada, la principal diferenciación está en el grado de honestidad y transparencia con el que fijen sus tarifas. Parecen haber olvidado que la comoditizacion no ha desplazado al primer valor de compra de un cliente a la hora de contratar a un abogado: la confianza.

Es curioso, y a la vez triste comprobar cómo despachos y plataformas que han ganado reclamaciones a sus clientes con en el argumento recurrente de la falta de transparencia de las grandes compañías y Bancos, ahora reciban quejas de estos mismos clientes (refrendadas ya por los tribunales) denunciando esta misma falta de claridad y transparencia a la hora de cobrar el importe de sus indemnizaciones.

Lamentablemente son demasiado frecuentes los descuentos o sobre costes inesperados en el momento de hacer cuentas y recibir la factura del abogado.

Con esta visión tan cortoplacista demuestran no entender que el precio es un elemento clave y fácil de comparar por el consumidor quien genera una percepción mental de la propuesta y de la confianza en el abogado en base al precio.

Pero seamos justos, la estrategia de fijación de precios nunca ha sido fácil para los abogados. Con la presión a la baja de los clientes y la poca orientación al proceso, el abogado se siente perdido a la hora de fijar sus precios y negociarlos.

Desconocen cuál es su punto cero, hasta donde pueden bajar sus precios. No saben a partir de qué precio empiezan a perder dinero y eso  es terrible en cualquier negociación.

Por este motivo el enfoque al proceso  y la optimización de la gestión debería ser la prioridad de los abogados, pues sólo así podrán conocer sus costes, su punto cero y fijar sus tarifas.

En Reclamaclick, somos conscientes del problema y por ello hemos desarrollado una tecnología enfocada al proceso de Reclamación que optimiza al máximo su gestión, reduciendo el trabajo no jurídico de un abogado a unos sencillos clics.

Gracias a Reclamaclick el abogado puede reducir y conocer sus costes, determinar sus límites y vincular el valor de su trabajo jurídico a sus tarifas.

Esto le permitirá además adaptarse al cambio en los hábitos de la contratación de un cliente cada vez más informado y que casi siempre busca varios presupuestos, ofreciéndole tarifas honestas y transparentes que tengan en cuenta las posibilidades de éxito, el grado de dificultad y la dedicación necesaria al caso concreto.

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Jacobo López-Aranguren (CEO de Reclamaclick)

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